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Leo en Semana.com una original reflexión de Héctor Abad acerca de la globalización, donde el autor reconoce dos tipos de globalización mundial que él compara con Google versus McDonald’s:

Simplificando bastante, creo que hay dos tipos de globalización: una casi buena y una casi mala. A la mala voy a llamarla la que es una invasión perniciosa del mal gusto culinario. A la buena le diré Globalización Google, que es el primer atisbo de lo que será la realización del sueño borgesiano de la Biblioteca de Babel, una biblioteca que, si no es infinita, por lo menos sí es interminable.

Me gusta especialmente la definición que hace de Google, para lo cual acude a las palabras de Borges:

Google me gusta por una magnífica profecía literaria. Borges no vivió para ver Internet, pero sí tuvo la genialidad de definirla con las palabras de un bibliotecario de Babel: “La Biblioteca es total y sus anaqueles registran (.) todo lo que es dable expresar en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de estos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero…”. Borges llegó más lejos en la definición profética de la red. Quién no ha sentido, al buscar algo en Google, esa nueva enciclopedia casi total, que “por una línea razonable o una recta noticia hay leguas de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias”.

Abad finaliza su artículo explicando por qué Google es la globalización buena y por qué McDonald’s es la mala, basa su diferenciación entre buena/mala en que es malo lo que tiende a destruir, lo que no da lugar a la convivencia:

Me parece maligna aquella que invade para destruir lo distinto y banalizar lo profundo. No tengo nada en contra de las hamburguesas; estoy en contra de ellas si ocupan todos los nichos de la alimentación fuera de casa. … Me molesta que los jóvenes tengan la ingenuidad de creer que es mejor, mejor en términos absolutos, una hamburguesa con papitas fritas y Coca-cola que una carne encebollada, arroz blanco y jugo de curuba.

Para justificar la globalización buena, reconoce en Google una serie de cualidades que todos alabamos como la gratuidad (y esperemos que por mucho tiempo) y el tratar de acercar la información a todo el mundo (o casi):

Google, en cambio, es benéfica, ante todo porque es gratuita, y además porque es igualitaria. Todo aquel que pueda disponer de un computador público o privado puede tener acceso a un cúmulo de información que nadie (salvo Borges) habría imaginado jamás. Gracias a Google asistimos al ocaso de los eruditos. Ya no es necesario consultar a sabihondos ambulantes para que nos digan en qué obras de Shakespeare aparece Falstaff. Google nos lo dice. Sin cobrarnos ni levantar las cejas…

De todo lo que he leído acerca de los peligros de la globalización, de las consecuencias de tener un mundo intercomunicado, etc, esta es una de las opiniones que más me han gustado, con un tema central que recorre todo el artículo la globalización no es buena ni mala en sí misma (cómo todo diría yo) y que Internet nos comunica y facilita nuestra vida:

…gracias a Internet no importa dónde vivamos para poder trabajar en el país global de la red, del cual somos ciudadanos con iguales derechos (todavía). Este artículo yo lo podría estar enviando desde Yarumal o desde Kuala Lumpur. Internet no discrimina por nacionalidad, no pone visas ni barreras fronterizas. Es cierto, en McDonald’s de Estados Unidos trabajan sobre todo negros y latinos. Pero no los importan legalmente, como debieran, sino que los emplean a ellos porque (probablemente por falta de papeles) son los que menos cuestan.

Os recomiendo la lectura completa.

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