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Erica Menchen plantea en The trouble with folksonomy (the term) la carencia de términos que diferencien entre el tagging hecho por los autores de los recursos y el realizado por el lector común de éstos:

The trouble is that folksonomy is used to describe systems that allow users to tag their own content, and systems that allow users to tag the content of others (i.e. delicious).

Y considero que como ella apunta sería importante diferenciar ambas actividades, seguro que las tags que utiliza uno y otro para describir el mismo recurso son completamente diferentes y bajo distintos puntos de vista, el analisis de estas diferencias nos aportaría datos para acercar los sistemas de clasificacion a los usuarios y diseñar los vocabularios controlados pensado en ellos, como lectores, y no sólo como expertos en lenguajes documentales.

Al hilo de ésto, y tras los comentarios al post del Social bookmarking en los registros catalográficos, retomo una de las cuestiones que más discusión origina cuando hablas entre colegas de la posibilidad de implantar nuevos tipos de catálogos más sociales y usables, como ya vienen haciendo empresas como Amazon, las reticencias siempre se resumen en una palabra: desconfianza o cómo fiarse de las descripciones y etiquetas que los usuarios/clientes/consumidores añadan de nuestros recursos/productos/objetos.

Pero ¿por qué rechazar y no aprovechar el saber colectivo para mejorar nuestros catálogos, directorios y servicios?

Y es que el tema no es baladí y echa por tierra, en parte, el trabajo (tiempo y dinero) de decenas de años de profesionales catalogadores, clasificadores y arquitectos de información. Además una de los puntos negativos que se les achaca a estos sistemas colaborativos es que podríamos estar generando una amalgama de términos controlados y palabras vacías de contenidos, junto a términos sin sentido, etc, etc, la solución: diferenciar el etiquetado del autor – creador o del profesional del etiquetado del lector – consumidor.

Dicen que 4 ojos ven más que 2, y esa es la filosofía del tagging social y los sistemas basados en folksonomías. Y ahí reside la base del exitoso Del.icio.us. En la idea del poder del saber colectivo, la sabiduría de la muchedumbre la llaman, el Opac Social o Catálogo 2.0 además de enriquecer los registros catalográficos con información útil para el usuario, posibilita que sean los propios lectores los que añadan las etiquetas, comentarios y valoraciones a la información contenida en los registros, emulando lo que hacemos al describir los recursos en el del.icio.us o en furl.

Y automáticamente conseguiremos:

  • Una taxonomía generada por los usuarios y para los usuarios
  • Una navegación alternativa, por los conceptos generales
  • Una nube de etiquetas (tag cloud)

Tres puntos de acceso a la información contenida en los tradicionales sistemas de catalogación y clasificación, que ahora posibilidan no ya sólo el localizar la información que se está buscando sino el encontrar aquello que no sabemos que queríamos; porque no podemos pasar la oportunidad de “captar” todas esas demandas tipo browse frente a las tipo search, porque mientras en las primeras el usuario – consumidor peleará ante las adversidades para encotrar lo que quiere; en las segundas, desistirá en seguir navegando para “ver que hay”.


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