Enfoque orientado al usuario en nuestras bibliotecas
18 de junio, 2009 por Catuxa
Los que nos seguís a menudo conoceis mi particular empeño en huir de las restricciones y normativas dictatoriales, del NO SE PUEDE o PROHIBIDO; pues bien, Keith Webster, Bibliotecario y Director de Servicios de Aprendizaje en la Universidad de Queensland en Australia, demuestra su espiritu 2.0 con el siguiente cartel que difunden en las bibliotecas de su universidad:
El cartel es el resultado de una serie de estudios y encuestas realizadas durante todo el 2008 en donde analizaban en colaboracion con los usuarios, cuales eran las necesidades que estos tenian durante todo el tiempo que pasaban en los espacios de las bibliotecas:
Nuestros estudiantes trabajan duramente y deben planificar su tiempo de manera eficaz. Nos dimos cuenta de que la biblioteca debe ajustar sus especios y renovar las normas y reglamentos para hacerlos acordes a las necesidades reales de los usuarios de hoy en dia. Muchos se quejaban de la obligatoriedad de paralizar el trabajo al salir de la biblioteca a comer un bocadillo y nos dimos cuenta de que la principal objecion a comer en la biblioteca era sobre la comida caliente (olores, derrames…) pero ¿por que no aceptar ciertos tipos de comida como los aperitivos frios? [...]
En un momento en que parece que todo lo focalizamos a la tecnologia, la iniciativa de Keith Webster, pone de manifiesto que si queremos establecer conversaciones con los usuarios y pretender su colaboracion en la mejora de nuestros servicios, muy al estilo Biblioteca 2.0, debemos tambien pararnos a pensar en cuales son nuestros reglamentos y como estan redactados ademas de valorar y renovar, acorde con nuevas necesidades y flujos de trabajo, nuestras normativas y espacios fisicos.
No se trata de prohibir porque si, sino de dar alternativas, dialogar con los usuarios y entre todos ser capaces de reconocer cuando hay que cambiar las cosas, por mucho que digamos que “es que siempre se ha hecho asi”.
[Via Tame the Web y Viva biblioteca viva]
Estaría genial y no sólo por ellos también por nosotros que al fin y al cabo metemos más horas si cabe que ellos y en unas condiciones… nosotras hemos conseguido una máquina de café y estamos encantadas, al principio dijimos: prohibido que tomen café y luego rectificamos: que se lo tomen en la sala de adultos, en infantil no dejamos pero por los niños que se pueden quemar, que lo van a tirar fijo…, y allí es donde encontramos de todo cáscaras de plátano en el suelo y demás porquerías, por lo que el problema es que todavía los usuarios no están civilizados, si no ¿qué problema podría haber en comer? ninguno.
Pues ya que hablamos de prohibiciones, siempre me ha parecido mal que en las bibliotecas infantiles, más bien las bebetecas (si podemos dar este nombre), me llamaran la atención en cuanto mis hijos, que no tenían más de año y medio, hacían cualquier sonido audible mínimamente. Todos sabemos que los niños de un año no controlan aun la voz, ni las palabras, ni los ruidos que emiten. Cierto es que hay que animarles a estar en silencio, pero no me gustaba nada verme obligada a marcharme a los cinco minutos de entrar, porque me llamaban rápidamente la atención.
¿Por qué no dejamos esos pequeños espacios para los chiquitines con un margen mayor de ruido? Tampoco sería tan exagerado.
excelente alternativa y propuesta donde la educación y la flexibilidad está a ambos lados de la biblioteca, tanto del usuario para que acepte el por qué la restricción para comer y por parte del bibliotecario para ser más flexible.
Por eso esta alternativa me resulta de lo más interesante y plausible, porque se está pensando en las necesidades (que no son sólo de información) de los usuarios y permite además conservar en buenas condiciones nuestro acervo e instalaciones. Y lo que dices al final no puede estar más correcto, no se trata de prohibir, sino de dialogar, y agregaría: de adaptarnos.
Lo siento, no puedo estar más en desacuerdo con esta medida. ¿Tanto tiempo tenemos que dedicar al estudio y al trabajo, que no podemos permitirnos parar 10 o 15 minutos para respirar un poco, tomar un café tranquilamente, “echar un pitillín” (como se decía antes)o tomar un refrigerio… fuera de la biblioteca? Qué pena,no poder despegar los ojos de la pantalla del ordenador ni para comer. Y yo que creía en la conciliación del trabajo/estudio con el tiempo libre.
Por no hablar de los maleducados de siempre, que siguen existiendo, que dejarían todo como un basurero.
Isaol, entiendo lo que dices, parece que estamos dehumanizandonos cada día más, pero no lo veas sólo desde la perspectiva de que para apurar más el tiempo tengo que comer mientras estudio, sino que desde la idea de que mientras ojeo estos libros me apetece tomarme un café o comerme un sandwich. Sin que por ello me obliguen a marcharme fuera.
Una miga de pan de sanguich impregnado de quechup mancha tanto como una miga de pizza cuatro quesos. En cualquier caso, es improbable la visión de un usuario con la caja del telepizza al lado, mientras que unos dedos muy cold impregnados en grasa de doritos es fácilmente reconocible.
Estoy por abrirse al usuario, pero con ciertos límites. El diseño del cartel es impecable y atractivo, pero simplemente eso. Si voy a un concierto en Las Ventas me llevo la bebida al ruedo. Si voy al teatro, espero al descanso para beber, “pisar” y toser.
Nosotros en nuestra biblioteca universitaria tenemos prohibido introducir cualquier bebida que no sea agua y tampoco dejamos que se coma nada (bueno, esto es la teoría, porque nuestra labor no es hacer de policías…). Las razones que les damos son similares a las que se dan cuando vijas en un transporte colectivo: los olores de tu comida pueden molestar a los que están a tu lado y, sobre todo, puedes ensuciar las instalaciones (hace poco derramaron un café en la fotocopiadora…)
Estoy de acuerdo con Isaol en que se puede y se debe encontrar un rato para desconectar del estudio, aunque también comparto la idea de Catuxa de escuchar a los usuarios y adaptarnos un poco a sus demandas (para que no nos tomen por unos guardianes de los calabozos, que las bibliotecas deben ser un lugar abierto y al que apetezca entrar) pero para ello antes habría que empezar por educar a las personas e inculcarles unas mínimas normas de civismo que, por desgracia, nos hacen bastante falta.
Saludos y enhorbuena por vuestro blog
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