Leyendo unos comentarios de Juan Manuel Pineda, bibliotecario referencista del Instituto Universitario de Córdoba, Argentina, acerca de la fama alcanzada por algunos bibliotecarios a lo largo de la historia, llego a un interesente texto de un bibliotecario costarriqueño, Alvaro Perez donde habla del poder de la información y el dinero:
“Hoy me encontré con un colega en la Biblioteca Carlos Monge Alfaro. Me decía él que nosotros, bibliotecarios, podemos ganar dinero, pues trabajamos con la información. Por dinero se refería a una cantidad considerable, no a unos centavos.
Le dije que escribiría sobre la vida de bibliotecarios famosos, esperando encontrar así una relación entre la información que manejamos y lo que podríamos ganar como bibliotecarios. Desafortunadamente, después de la investigación, no aparecieron como bibliotecarios, personas como Bill Gates, Nelson Rockefeller, Howard Hughes Ford, etc.
Es cierto que trabajamos con información, pero la mayoría de las veces no la vinculamos al conocimiento. El conocimiento como tal, incluye lo obsoleto y también aquello que marca la diferencia entre una sociedad y otra, entre una persona y otra.
En la realidad este tema es bastante amplio y prefiero parar aquí”.
Si buceamos en la búsqueda de bibliotecarios famosos el primer nombre que me asalta es el de la querida esposa del presidente norteamericano, Laura Bush, sin embargo hay otros nombres que alcanzaron la fama y el poder, personajes que en algún momento de sus vidas estuvieron ligados a las bibliotecas, son bibliotecarios famosos, pero no famosos bibliotecarios.
Giacomo Casanova, escritor veneciano, famoso por sus innumerables amores y relaciones, trabajó 13 años como bibliotecario en el Castillo del Conde de Waldstein, en la Bohemia,
J. Edgar Hoover trabajó como catalogador en la Biblioteca del Congreso durante 5 años, antes de alcanzar la fama como director del FBI, cargo que regentó durante 50 años siempre rodeado de escándolos ante importante medidas de “seguridad” que atentaban contra la libertad de las personas, hoy por hoy el FBI tiene derecho a controlar las visitas a la iglesia, los libros que se sacan de la biblioteca, las suscripciones a revistas o las páginas web que uno visita alegando que es una medida de defensa ante un nuevo posible ataque a los Estados Unidos.
Mao Tsé-Tung, antes de ser nombrado presidente del Partido Comunista Chinés, trabajó en hemeroteca de la Biblioteca de la Universidad de Beijing en Pekin donde tuvo acceso a la lectura de Bakunin y Kropotkin, y entró en contacto con dos hombres clave de la revolución socialista china : Li Dazhao y Chen Duxiu.
Son sólo tres ejemplos, pero hay muchos más
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