Mi lado blogger hoy está contento porque a pesar de llevar más de 7 años leyendo blogs y pese a los malos augurios que dicen que los blogs han muerto, sigo sorprendiéndome de la gran cantidad de buena información que descubro leyendo y comentando en blogs… los blogs siguen siendo fuente fiable para descubrir y acceder a información (no ya literatura gris porque es facilmente accesible por diferentes vias) buena, bonita y barata a golpe de clic.
El caso es que gracias al post La Biblioteconomía del futuro de Ruth Lopez Zazo publicado en el blog de la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid (que como bien indica su nombre “La Biblioteca informa al bibliotecario”), me “informo” de lo que se contó en la conferencia Algunas posibilidades para la biblioteconomía del futuro (organizada por la Biblioteca del Instituto Internacional en colaboración con la Embajada de los Estados Unidos en España) a cargo de Eric Lease Morgan, encargado del Departamento de Acceso Digital y Arquitectura de la Información de la Biblioteca de la Universidad de Notre Dame, Indiana (EE.UU.), y de Virginia Ortíz-Repiso, directora del Departamento de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad Carlos III.
De entrada, creo que ya es un dato a tener en cuenta para pensar en el futuro de la biblioteconomía, el hecho de que Lease Morgan ostente el cargo de “encargado del Departamento de Acceso Digital y Arquitectura de la Información de la Biblioteca de la Universidad de Notre Dame“, eso no implica que no sea, de formación bibliotecaria, sino que en algunas organizaciones, por fin, se han dado cuenta de que:
1) La profesión ha evolucionado, las necesidades de información y los modos de búsqueda no son las mismas de antaño
2) El nombre IMPORTA, si queremos hacernos visibles, respetados y valorados, no es lo mismo que en tu tarjeta de visita ponga que eres bibliotecario (con el desprestigio que lleva asociada esa etiqueta: cualquiera vale para bibliotecario, el bibliotecario está todo el día leyendo, el trabajo del bibliotecario consiste en pasar libros por un codigo de barras…) a que diga que eres Gestor de información, y para muestra el post de Marcos Ros “No me llames bibliotecario, llámame …” donde nos cuenta que Nancy Friedberg escribía en el diario The New York Times, en octubre de 2001 que el nombre que pudiese definir un puesto de trabajo podía hacer cambiar significativamente la retribución que se podía obtener por él: para un puesto denominado Bibliotecario (Librarian) una persona podía ganar hasta 27.000 $ al año, pero si se cambiaba esa designación por Especialista en la gestión de la información (Information – management specialist), el puesto podría aumentar hasta 100.000 $.
Y leyendo la ponencia de Eric Lease, A few possibilities for librarianship by 2015, adopto sus consejos para que el futuro de la Biblioteconomía sea prometedor: poner el contenido en su contexto o lo que es lo mismo, que la información, el contenido de nuestros fondos (sean estos de la naturaleza que sean: impresos, electrónicos, en línea…) sean de más fácil acceso lo que quiere decir que debemos reflexionar sobre el funcionamiento y la utilidad de nuestros catálogos, ofrecerles la información que realmente puede ser de utilidad más allá de la típica ficha catalográfica:
annotate, compare & contrast, create flip book, do concordance against, find opposite, find similar, highlight, incorporate into syllabus, plot on a map, print, rate, review, save, share, summarize, tag, trace citation, translate, etc.
Y para poder acercar el contenido a los usuarios debemos conocer primero qué tipo de usuarios tenemos, cuáles son sus perfiles, qué necesitan, que le puede interesar, cómo buscan y utilizan la información, etc. de igual forma que en las grandes cadenas de fast food es posible encontrar menus para los más pequeños, menús bajos en calorías, menús para vegetarianos, menus para los que tienen mucha hambre… también deberíamos revisar nuestros servicios y productos y personalizarlos acorde a unos perfiles de usuarios como hacen ya en la Hennepin County Library con los inmigrantes, los niños, los adolescentes, los mayores, los que buscan empleo… como decía Ranghanathan: a cada lector su libro, o cómo hacen en Imaginarium: los adultos tienen su entrada, los niños tienen la suya…
Adaptarse a los cambios implica adaptarse a las nuevas formas de búsqueda de información de los usuarios, utilizando para ello las herramientas tecnológicas disponibles
Adaptarse al cambio, conocer nuestros usuarios, como hacen en Imaginarium
La Web Social nos ofrece herramientas tecnológicas para acercarnos a los usuarios, para comunicarnos con ellos para conocerles mejor, herramientas para mejorar y ampliar nuestros servicios, que la Biblioteconomía no solo muera, sino que además se vea como una profesión necesaria y valorizada pasa porque dediquemos parte de nuestro tiempo y energia: las posibilidades de la Biblioteconomía sólo están limitadas por nuestra imaginación y voluntad para transformar en realidad nuestros deseo.
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