Cada vez que imparto cursos de formación sobre los nuevos medios de publicación en red surge la misma pregunta:
¿cómo voy a fiarme de la información publicada en los blogs?
… y cuando toca hablar de wikis y de la Wikipedia, la preocupación es mucho mayor:
¿cómo es posible que algo en donde todos podemos colaborar, escribir, borrar y modificar, sea una fuente de información creíble?
Entiendo las dudas, las dificultades para asimilar por qué la Wikipedia funciona y tiene éxito y hasta la pataletas surgidas por esa terrible manía de google de meter blogs en los resultados de las búsquedas o de posicionar tan bien a las entradas de la Wikipedia; en esos casos, siempre vuelvo la vista atrás y rememoro mis primeros escarceos con los wikis y mi inicial desconfianza hacia una enciclopedia creada y mejorada por todos.
La gente desconfía de la información publicada en Internet, pero también de lo que no encuentra Google. Convivimos con la dualidad de:
- En Internet todo es mentira, no hay información de calidad y sólo hay pornografía
- Búscalo en Google si no aparece, es que no existe
Y los profesionales de la información a menudo tenemos que luchar contra ambas sentencias. Ante la desconfianza de unos, siempre digo lo mismo: Como cualquier otra fuente de información (periódicos, enciclopedias en papel, tertulias radiofónicas o cotilleos televisivos) hay que contrastar lo que leemos, averiguar la autoría y valorar la información. Ante la desmesurada fe en San Google, siempre recomiendo lo mismo: Google es un punto de acceso más a la información, para mí el mejor buscador, pero no el único que utilizo ni la mejor vía para llegar a todo tipo de información.
La semana pasada, leímos en Iwetel un duro, pero muy interesante, intercambio de ideas entre los profesionales conservadores detractores de todo lo que lleva la etiqueta 2.0 y por ende, otorga parte del control al ciudadano (el real consumidor) para crear, valorar y enriquecer la información; y los profesionales progresistas que creen en las oportunidades de la Web 2.0 y valorar positivamente que sean los ciudadanos quienes no sólo contribuyan a enriquecer y completar la información sino que nos ayuden a seleccionarla, filtrarla y almacenarla (datamining en los blogs, tags en los favoritos, descripciones en las fotos de flickr): La dictadura de los idiotas.
Entre los mensajes de unos y de otros quedó claro que siempre habrá quién tema perder el control y tener que liberar de candados a la información, y quién cree en la sabiduría de las multitudes y ve en las herramientas y servicios de la Web 2.0 la oportunidad de crear nuevos servicios y mejorar los ya existentes contando con la ayuda de nuestros cliente, a quien van dirigidos nuestros productos (resúmenes, búsquedas, diseño de webs, catalogaciones, guías, alertas, etc).
En relación a la credibilidad o no de la información publicada en la red, la documentalista Lara Rey, publicó en Generación RED, un interesante artículo que ahonda en el tema:
Me fío o no me fío: una reflexión sobre la veracidad de la información que leemos o que buscamos en Internet.
Yo por mi parte, me fío cuando me fío, y confío en las posibilidades de estas herramientas sociales y en que 100 ojos ven más de 2.
¿Y tú, te fias y confías?
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